Páginas

viernes, 22 de febrero de 2013

TODO TIENE SU MOMENTO


Todo tiene su momento
Reflexión en torno a Eclesiastés 3, 1-8



Sergio Avelar Morales
9 Febrero 2013

La Palabra de Dios es viva y eficaz.
Escuchémosla y dejémonos transformar por ella.
Comparto contigo un texto que me ha impactado mucho. Y te invito a seguir conmigo un proceso de reflexión en tres pasos, a partir de preguntas significativas.

“Todo tiene su tiempo, y cuanto nace debajo del sol su hora.
Hay tiempo de nacer y tiempo de morir,
tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo de herir y tiempo de curar,
tiempo de destruir y tiempo de edificar;
tiempo de llorar y tiempo de reír,
tiempo de lamentarse y tiempo de danzar;
tiempo de esparcir las piedras y tiempo de amontonarlas,
tiempo de abrazarse y tiempo de separarse;
tiempo de ganar y tiempo de perder,
tiempo de guardar y tiempo de tirar;
tiempo de rasgar y tiempo de coser,
tiempo de callar y tiempo de hablar;
tiempo de amar y tiempo de aborrecer,
tiempo de guerra y tiempo de paz” (Qo 3, 1-8)



1.- MIRAMOS NUESTRA VIDA
a) ¿Qué queremos expresar cuando decimos que “no tenemos tiempo para nada”?
Que nos sentimos abrumados por la gran cantidad de cosas que quisiéramos hacer y el poco tiempo de que disponemos para ello. Hay una desproporción que nos estresa. Se forma un círculo vicioso: más cosas por hacer – menos tiempo – aún más cosas por hacer – aún menos tiempo. Terminamos por perder la salud y no disfrutar de la vida y sus maravillas
b) ¿Tienes la sensación de que el tiempo “se te escapa de las manos”? ¿En qué momentos?
Frecuentemente siento que el tiempo se me va sin haber realizado lo que planeaba. Sobre todo cuando me aferro demasiado a mi agenda o programa, con numerosas tareas que me parece no puedo diferir, sin flexibilidad para enfrentar los contratiempos y sin suficiente atención a Jesucristo, Señor de mi tiempo y de mi historia, para caer en la cuenta de que más vale la caridad que el activismo y re-priorizar o re-programar serena y gozosamente mis pendientes.

2.- ESCUCHAMOS LA PALABRA DE DIOS
a) ¿Qué situaciones de la vida muestra el autor en su poema? ¿Cómo las define?
Muestra las situaciones más típicas de la existencia humana, propias de su condición desde la cuna hasta la tumba, independientemente de los lugares y las épocas. Define esas situaciones en función del tiempo oportuno para ser realizadas: no cualquier tiempo es propicio o favorable para cualquier situación. Es de sabios discernirlo y obrar en consecuencia. Actuar extemporáneamente, antes o después de lo debido, poco aprovecha y lleva a desperdiciar esfuerzos y energía.
b) ¿Con qué parejas de verbos se expresa la necesidad de vivir el momento oportuno?  
Con verbos antitéticos, que expresan acciones opuestas. Por ejemplo, nacer y morir, llorar y reír, guardar y tirar, callar y hablar, amar y odiar.
c) ¿Cómo valora este pasaje el tiempo? ¿Cómo invita a vivirlo?
Lo valora como una sucesión de oportunidades para realizar las actividades que son más adecuadas. Invita a discernirlo, aprovecharlo y actuar consecuentemente. Sin mencionarlo explícitamente, puede estar aludiendo a la Providencia de Dios que nos invita a acometer en cada momento del día las actividades específicas que más nos convienen, según sus designios y no los nuestros.

3.- VOLVEMOS SOBRE NUESTRA VIDA
a) ¿Cómo podemos vivir con intensidad el momento presente?
Abriéndonos a Dios, profundamente presente en nuestra historia personal. Vale la pena formular una agenda o plan de actividades al inicio del día: es signo de madurez humana. Pero, con la ayuda de Dios, es preciso comprender su voluntad en cada momento y ejecutarla perfectamente, con prontitud y alegría, poniendo en práctica aquello de que “El hombre propone y Dios dispone”. Vale aún más la pena: es signo de madurez cristiana. Nos transforma paulatinamente en verdaderos hijos en el Hijo.
b) ¿Crees que cualquier circunstancia puede ser ocasión de encuentro con Dios?
Absolutamente sí. Desde las vivencias de mayor plenitud y felicidad, hasta los momentos de mayor oscuridad, desolación y dolor. En eso consiste vivir de fe, esperanza y caridad: reconocer que Dios nos ama personal e incondicionalmente, sin intermitencias; y que todo (hasta lo que es injusto y malo) lo va disponiendo y ordenando para nuestro bien verdadero, con delicado respeto siempre a nuestra libertad. Así lo vivió Jesucristo, nuestro Maestro; así lo podemos vivir hoy nosotros, unidos a Él.
c) ¿Cómo expresarías lo que dice el texto de Qohélet con palabras actuales y partiendo de tu experiencia de vida?
Todos los seres humanos vivimos en el tiempo, estamos sujetos a su transcurso. Nuestra existencia se vuelve una sucesión de opciones y nos toca decidir, en cada momento, lo que más nos conviene hacer. La Providencia de Dios lo tiene ya determinado (las obras buenas, a sus ojos, que debemos hacer unidos a Jesucristo), pero con respeto a nuestra libertad. En la búsqueda, comprensión y ejecución de ello estriba nuestra verdadera autorrealización y felicidad. Es decir, la paz como plenitud de bienestar, ya desde esta vida. Ignorarlo nos llevará al activismo estresante, a desgastarnos inútilmente y a la frustración existencial. ¡Nuestro mundo está urgido de este mensaje, de esta Buena Nueva, de este gran secreto!

No hay comentarios:

Publicar un comentario